
Cuando tenía memoria real y no virtual, tropecé con unos
“Ladrillos del Tiempo”. Ante ese muro que se fragmentaba, levanté la voz y
descubrí que mis palabras solo podían
ser oídas
a través del celular, devenido en clon
sonoro. Un caso de absorción y de clonación en irónica consonancia con este
tiempo de vocales tecnológicas que se apropian de consonantes vitales. Ya sin voz ni voto, temí haber engendrado el
síndrome de “Clonsonante”. También está latente el riesgo de convertirse en un “Chadicto”, un solitario internauta en este tiempo en que
nadie se percata de que existen otras ventanas que no sean las que están en la pantalla. Ahora debo dejar de
escribir esto, entra una llamada de un tal Lucas Aguirre, y simultáneamente
alguien se conecta con el alias de “Chadicto”.
Cargá tu cuento acá.
Comentarios
Publicar un comentario